lunes, 5 de abril de 2010

Un día en el invernadero

Un día soleado y con una brisa espectacular, mi familia y yo fuimos a un invernadero. Cuando llegamos, se nos vino un olor a flores que nos quitó el olor de la tostada que desayunamos.
Entramos al invernadero y vimos muchas especies de flores, las que tenían un olor perfecto. Yo toqué una que era muy bonita y muy suave, la que el muchacho del invernadero me regaló.
Como ya habíamos estado mucho en la parte de las flores, nos fuimos a otra parte del invernadero, la que tenía las frutas. Esta parte no olía tanto, pero te entraban ganas de comerte una manzana, un plátano... porque ya era hora de comer y te apetecía saborear algo fresquito y dulce.
Nos fuimos a casa, y por el camino vimos las mismas flores que pudimos percibir en el invernadero, y también unos perros marrones que se parecían a uno que también vimos en el invernadero, el perro del dueño. Nos comimos, cuando llegamos a casa, una tarta que había hecho mi madre, y que, cuando te la metías en la boca, se te deshacía de lo buena que estaba.

Este trabajo ha sido realizado por:Laura Tocino Periñán.

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